Agenda 2030

La riqueza de los milmillonarios crece tres veces más rápido que en 2023, mientras la pobreza global se estanca

En un mundo marcado por la desigualdad y el legado colonial, el 1 % más rico acumula fortunas a un ritmo sin precedentes, mientras millones siguen atrapados en la pobreza extrema según el informe El saqueo continua de Intermón Oxfam

GETAFE/ 27 ENERO 2025.- En 2024, la riqueza conjunta de los milmillonarios experimentó un crecimiento tres veces más rápido que el registrado en 2023, consolidando aún más las desigualdades económicas en un sistema mundial profundamente injusto. Según las previsiones actuales, dentro de una década habrá cinco billonarios en el planeta, una cifra que contrasta con la escasa variación en el número de personas que viven en pobreza extrema desde 1990.

Las crisis económica y climática, sumadas a los conflictos mundiales, han impedido avances significativos en la reducción de la pobreza. Sin embargo, los sectores más privilegiados de la sociedad no han dejado de beneficiarse de un sistema que les favorece. Se estima que el 60 % de la riqueza de los milmillonarios no proviene del esfuerzo individual, sino de la herencia, el clientelismo, la corrupción o el poder monopolístico.

Este panorama evidencia una realidad: el sistema económico global sigue marcado por una larga historia de dominación colonial. Las personas más pobres, racializadas y marginadas continúan siendo víctimas de una explotación sistemática que impone un costo humano altísimo. El colonialismo, lejos de ser un capítulo cerrado, se mantiene vigente en las estructuras actuales. Por ejemplo, el voto de un ciudadano promedio en el Banco Mundial tiene un valor desproporcionado según su país de origen: el voto de una persona belga vale 180 veces más que el de alguien de Etiopía.

Además, la riqueza sigue fluyendo del sur global hacia el norte global a un ritmo alarmante de 30 millones de dólares por hora, consolidando las fortunas de un reducido grupo de privilegiados.

Frente a este escenario, expertos y organizaciones internacionales subrayan la necesidad urgente de transformar el sistema económico global. Las comunidades afectadas por la esclavitud y el colonialismo deben recibir reparaciones por los daños sufridos, mientras que los más ricos deben asumir el costo de un cambio estructural que permita construir un mundo más equitativo.

“El problema no es solo económico, sino profundamente político y ético. Si no actuamos ahora, la desigualdad seguirá perpetuándose a costa de millones de vidas humanas y del futuro del planeta”, señalan desde colectivos que promueven una redistribución justa de la riqueza.

La urgencia de esta transformación no solo responde a un imperativo de justicia histórica, sino también a la necesidad de construir un sistema que priorice la dignidad y el bienestar de todas las personas por encima del enriquecimiento de unos pocos.

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