La okupación en España: un problema sobredimensionado 893 veces por la percepción ciudadana
Solo el 0,057% de las viviendas están ocupadas, pero más de la mitad de los españoles cree que afecta a la mitad del país, según una encuesta de 40dB para El País y la Cadena SER
GETAFE/09 FEBRERO 2025.- La okupación en España está lejos de ser el problema que muchos creen. Según los datos oficiales del Ministerio del Interior, en 2023 solo el 0,057% de las viviendas estaban ocupadas, lo que equivale a 5,7 casos por cada 10.000 habitantes. Sin embargo, una reciente encuesta de 40dB para El País y la Cadena SER ha puesto de manifiesto una distorsión masiva en la percepción ciudadana: el 51,3% de los españoles cree que la okupación afecta a uno de cada dos ciudadanos. Este desajuste supone una sobredimensión 893 veces mayor que la realidad.
A pesar de que el número de viviendas ocupadas ha disminuido en los últimos dos años, con un total de 15.289 inmuebles afectados dentro de un parque de 26,6 millones de viviendas, el discurso mediático ha conseguido generar una alarma social desproporcionada. Casi uno de cada cinco españoles (18%) afirma que «nadie está a salvo de la okupación», reflejando un miedo infundado que los datos oficiales contradicen.
Curiosamente, a pesar de esta narrativa del miedo, la opinión pública parece estar más preocupada por problemas estructurales relacionados con la vivienda. Según el mismo informe, el 48,9% de los encuestados considera que debería limitarse la propiedad inmobiliaria a un máximo de 1 o 2 viviendas por persona, frente al 30,5% que defiende la ausencia de restricciones. Esto revela que, aunque la desinformación sobre la okupación ha calado profundamente, el foco de la ciudadanía sigue apuntando a la especulación y la falta de acceso a la vivienda como principales problemas.
La brecha entre la percepción y la realidad de la okupación no solo distorsiona el debate público, sino que desvía la atención de desafíos más urgentes, como la regulación del mercado del alquiler o el control de los precios inmobiliarios. Mientras tanto, la propaganda continúa moldeando el discurso social, perpetuando una alarma que los datos oficiales se encargan de desmontar.