La quinta ola de gentrificación: cómo las finanzas globales reconfiguran nuestras ciudades
Getafe no escapa al avance de una gentrificación financiarizada impulsada por fondos de inversión, plataformas como Airbnb y políticas estatales que facilitan el desembarco del capital transnacional en el mercado inmobiliario
GETAFE/13 ABRIL 2025.-Getafe, como muchas otras ciudades españolas y europeas, se encuentra inmersa en una transformación urbana que ya no depende solo del empuje de promotoras locales o planes municipales. Lo que se vive hoy es una nueva fase del fenómeno conocido como gentrificación, pero con características propias de un modelo económico global: la financiarización del espacio urbano.
Expertos en geografía urbana y economía política, como Manuel Aalbers (2019), definen esta “quinta ola de gentrificación” como la materialización urbana del capitalismo financiarizado. Es decir, las decisiones sobre el desarrollo de barrios y viviendas ya no responden únicamente a criterios urbanísticos o sociales, sino a dinámicas de inversión especulativa que nacen en los mercados internacionales y se imponen en el terreno local.
Esta etapa actual, más compleja y sofisticada, se distingue por el creciente poder de agentes financieros como fondos de inversión y sociedades anónimas cotizadas de inversión inmobiliaria (SOCIMI), que han asumido un rol protagonista como grandes tenedores de vivienda. A través de mecanismos como la adquisición de activos tóxicos del banco malo (SAREB), la privatización de vivienda pública o la entrada masiva en el mercado del alquiler, estos actores están configurando un nuevo paisaje urbano donde la lógica de maximización del beneficio desplaza a la función social de la vivienda.
La gentrificación ya no es solo un fenómeno local o nacional, sino transnacional. Fondos de inversión globales conectan la oferta de vivienda en barrios populares con demandas de capital que provienen de otros continentes, favoreciendo una rentabilidad que no se sustenta en la demanda habitacional local. Así lo explican investigadores como Alexandri y Janoschka (2020), quienes analizan cómo las movilidades del turismo y la precarización laboral también forman parte de esta ecuación.
Un factor clave en este proceso ha sido el auge del capitalismo de plataforma, con empresas como Airbnb en el centro del modelo. En ciudades como Getafe, cada vez más hogares se ven expulsados de sus barrios por el aumento de precios, motivado en parte por la conversión de viviendas residenciales en alojamientos turísticos. Esta transformación del valor de uso residencial en valor de cambio turístico es una de las consecuencias más visibles del nuevo régimen de acumulación urbana.
El Estado, lejos de ser un mero espectador, ha actuado como facilitador. La aprobación de leyes durante los gobiernos de Mariano Rajoy como la 4/2013, que flexibiliza el mercado del alquiler, o la 14/2013, que incentiva la entrada de capital extranjero, han creado el marco perfecto para la consolidación de este modelo. Como advierte la urbanista Rachel Weber, “los agentes financieros pueden determinar cuándo, dónde y cómo crecen las ciudades”.
En Getafe, ya se observan síntomas: subidas de precios, desplazamiento de vecinos históricos, llegada de inversores extranjeros y proliferación de viviendas turísticas. Si bien aún no se ha investigado a fondo el impacto específico de estas dinámicas en la ciudad, los datos del mercado inmobiliario y las experiencias vecinales apuntan a que este nuevo modelo de gentrificación ya está en marcha.
En un contexto marcado por la hegemonía neoliberal y la desregulación de los mercados, la pregunta que queda en el aire es: ¿pueden los municipios como Getafe resistir o al menos mitigar los efectos de una gentrificación dirigida desde despachos financieros a miles de kilómetros? La respuesta requerirá no solo políticas valientes, sino también una ciudadanía organizada y consciente del terreno que está perdiendo.