El día en que se apagó la península: un histórico fallo eléctrico pone en evidencia la fragilidad del sistema
El 28 de abril, una caída total de tensión dejó sin luz a toda la península ibérica durante horas. Mientras las causas aún se investigan, Ecologistas en Acción llama a la cautela y exige una planificación energética más justa y resiliente
GETAFE/29 ABRIL 2025.- El pasado 28 de abril a las 12:33 horas, la península ibérica vivió un acontecimiento inédito: la caída a 0 de tensión de todo su sistema eléctrico. Durante varias horas, tanto España como Portugal quedaron completamente a oscuras, mientras que los sistemas no peninsulares —Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla— mantuvieron el suministro gracias a su baja o nula dependencia de la red continental.
Este apagón masivo ha desatado una oleada de teorías y especulaciones en redes sociales, muchas de ellas desmentidas o carentes de fundamento. Por ello, organizaciones como Ecologistas en Acción han hecho un llamamiento a la calma y al análisis riguroso: “Compartir información sin verificar solo alimenta el caos”, insisten.
¿Qué sabemos hasta ahora?
Según datos ofrecidos por Red Eléctrica Española (REE) y el Gobierno, el incidente comenzó con una oscilación abrupta en los flujos de potencia. En apenas cinco segundos, desapareció del sistema eléctrico un volumen de producción equivalente al 60% del consumo total —unos 15 gigavatios (GW)—, lo que provocó un colapso inmediato de la tensión eléctrica. El sistema, diseñado para aguantar la caída simultánea de dos grandes centrales, no estaba preparado para una pérdida de tal magnitud.
La recuperación fue posible gracias a las interconexiones con Francia y Marruecos, además de la puesta en marcha escalonada de centrales hidroeléctricas y de ciclo combinado, restableciendo línea a línea el suministro.
Una respuesta cívica ante el caos
Lejos de generar pánico, el apagón provocó una respuesta solidaria y ejemplar de la ciudadanía. Personas voluntarias salieron a las calles para ayudar a quienes lo necesitaban, compartiendo información por radio o de boca en boca. La continuidad de los servicios públicos fue garantizada por el compromiso de trabajadores y trabajadoras que, una vez más, demostraron que lo público es esencial.
Desde Ecologistas en Acción recuerdan, sin embargo, que lo que para muchos fue un evento excepcional, es el día a día en barrios como la Cañada Real (Madrid), Padre Pío, Amate o Su Eminencia (Sevilla), donde los cortes eléctricos son frecuentes. Además, alertan de que en otros lugares del mundo, como Gaza, Ucrania o Pakistán, los apagones son utilizados como arma de guerra o reflejo de tensiones geopolíticas.
El acceso a la energía: un derecho básico
Este evento ha dejado claro que la energía es mucho más que un servicio: es un derecho fundamental. Su acceso universal debería estar garantizado, como recoge la Declaración Universal de los Derechos Humanos Emergentes.
A su vez, el apagón plantea serias dudas sobre el modelo energético actual, especialmente en un momento en que el sistema eléctrico ibérico experimenta una creciente penetración de energías renovables. Solo días antes del incidente, el 16 de abril, se alcanzó por unas horas el 100% de generación renovable, un hito positivo pero que requiere nuevos mecanismos de gestión y planificación.
Renovables, sí; pero con cabeza
Las energías renovables no son responsables del apagón, aclara Ecologistas en Acción. No obstante, sí presentan retos técnicos, como la necesidad de almacenamiento, el equilibrio regional entre tecnologías (solar, eólica, hidráulica), y medidas para estabilizar la frecuencia y tensión. También critican la apuesta por mantener las centrales nucleares como medida de seguridad, calificándola de “falaz y oportunista”.
La organización ecologista denuncia además la falta de planificación pública: la liberalización del sector ha dejado la ubicación y tamaño de los proyectos renovables en manos de grandes empresas, lo que debilita la red. Frente a este modelo, proponen una descentralización energética, con microrredes, autoconsumo renovable y una mayor proximidad entre puntos de generación y consumo.
Una lección urgente
Este apagón histórico debe ser un toque de atención. No es tiempo de discursos interesados ni de volver a depender de combustibles fósiles. Es momento de un debate social serio que permita definir usos prioritarios de la energía, mejorar la capacidad de respuesta ante emergencias y fortalecer una red más justa, democrática y resiliente.
En definitiva, lo que ocurrió el 28 de abril no solo apagó la luz, encendió una reflexión necesaria sobre el futuro energético de la península ibérica.